Celebraciones curiosas de la Semana Santa alrededor del mundo
Desde flagelo físico a los huevos pintados, pasando por una batalla figurada entre el bien y el mal. Damos algunos ejemplos de cómo se celebra este período sagrado para los cristianos en diferentes lugares del planeta.
El realismo de Filipinas
Filipinos representan la pasión de Cristo durante las celebraciones por el Viernes Santo celebradas en Boac, Marinduque, Filipinas en 2019. (EFE/ Alecs Ongcal)
Filipinas es el país asiático con mayor número de católicos donde algunos llevan al extremo la penitencia. No es extraño ver representaciones de la Pasión de Cristo por las calles, pero algunas lo hacen con extremado realismo.
“Es realmente doloroso, pero una vez que estás abajo y ves las caras de expectación de la gente, todo el dolor se va”, dijo a Efe hace tiempo Rubén Enaje quien, representando a Jesús, fue clavado por las palmas de la mano a la cruz.
Sin embargo, también hay lugarres para celebraciones menos sangrientas y dolorosas. En el festival de los Moriones, en Marinduque, hombres y mujeres locales se visten con ropas y máscaras inspiradas en el atuendo de los soldados romanos en la época de Jesucristo.
El origen de esta celebración se remonta a principios del siglo XIX, cuando el párroco de la localidad de Mogpog preparó una obra de teatro sobre Longinus. Según el relato, Longinus, uno de los encargados de ejecutar a Jesús, recuperó la visión de un ojo al caerle una gota de sangre del crucificado.
La Semana Santa endiablada de El Salvador
Como cada Lunes Santo, en el pueblo de Texistepeque, a 83 kilómetros al noroeste de San Salvador, los “endiablados” Talcigüines recrean la eterna batalla entre “el bien y el mal”, en la que, año tras año, los “endiablados” son sometidos por Jesús. (EFE/Oscar Rivera)
Cada Lunes Santo, en la localidad occidental salvadoreña de Texistepeque, en el distrito de Santa Ana, del departamento del mismo nombre, se libra una lucha entre el bien y el mal, entre Jesús y el diablo.
En esta tradición del país centroamericano varias decenas de hombres “talcigüines”, endiablados, vestidos de rojo y con máscaras del mismo color, salen armados con látigos con los que expiar los pecados de los asistentes.
En su recorrido, los “talcigüines” se encuentran con Jesús, que va vestido de morado y porta una cruz en una mano y una campana en la otra.
El “talcigüín” con el látigo y Jesús con la campana, simulan una batalla que acaba ganando el bien. La celebración termina después del mediodía, cuando todos los diablos se reúnen frente a la iglesia, caen todos derrotados al suelo y Jesús camina sobre la espalda de ellos.
Huevos pintados y competiciones en Rumania
Una mujer vestida con un traje tradicional decora huevos de Pascua pintados en Ciocanesti, 550 kms. al norte de Bucarest, Rumanía. (EFE/Radu Aneculaesi)
Durante la celebración de la pascua cristiana ortodoxa, religión mayoritaria en Rumanía, en el centro de Europa, los huevos adquieren un valor especial.
La forma tradicional de decorar los huevos de Pascua ha pasado de padres a hijos durante generaciones. Se trata de un delicado proceso que incluye el vaciado, baños de color y filigranas dibujadas con cera de abejas que, al aplicar calor, se derrite, dejando visible los tonos fijados anteriormente.
Al margen de estos diseños más intrincados, en casa también se decoran huevos cocidos. Y el domingo de Pascua se celebra la “batalla” de los huevos.
Cada miembro de la familia analiza y sopesa cada uno antes de elegirlo. La persona de más edad de la mesa es el primero en “chocar” su huevo contra otro y debe decir “Cristo ha resucitado”, a lo que el otro responde, “Ciertamente ha resucitado”.
España y sus procesiones populares
Nuestra Señora de la Esperanza de Triana, una de las vírgenes más populares y con más culto de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)
Aunque se celebra en innumerables puntos de la geografía española, la Semana Santa toma un significado especial en el sur de la Península Ibérica, siendo la de Sevilla una de las más reconocidas internacionalmente.
La Semana Santa de la capital hispalense se celebra desde el siglo XVI y miles de personas se agolpan por las calles de la ciudad entre los que salen en las hermandades, las agrupaciones de devotos, y los que acuden como espectadores.
Lo más significativo son las procesiones, en las que los llamados costaleros llevan sobre la espalda las imágenes religiosas. El paso, como se las llama, del Santísimo Cristo de la exaltación, por ejemplo, pesa alrededor de 3.500 kilogramos, según la página web de su hermandad.
Las procesiones van acompañadas de marchas y música solemne, en la que predominan los tambores y las cornetas. Desde los balcones, algunos devotos dedican saetas, cantos populares flamencos a capela, a las principales imágenes.
Diario Libre