Asalto al Capitolio: la difícil posición en la que está el vicepresidente Mike Pence y por qué se convirtió en figura clave de la crisis política en EE.UU.
“¿Dónde está Mike Pence?”
Esa fue una de las consignas que se coreaba el pasado miércoles entre la multitud de seguidores de Donald Trump que asaltó el Capitolio de Estados Unidos para mostrar su rechazo a la certificación de la elección de Joe Biden como próximo presidente de ese país.
El actual vicepresidente republicano, quien ha sido uno de los funcionarios más leales a Trump, se había convertido de pronto en un traidor a los ojos de la turba.
“Escuché al menos a tres de los amotinados en el Capitolio decir que esperaban encontrar al vicepresidente Mike Pence y ejecutarlo colgándolo de un árbol del Capitolio como un traidor. Era una frase común que estaban repitiendo. Muchos más solamente hablaban sobre cómo el vicepresidente debería ser ejecutado”, relató en su cuenta de Twitter el fotógrafo Jim Bourg, de la agencia Reuters, quien estuvo presente en el lugar.
Y es que poco tiempo antes, ese mismo día, Pence parecía haber cruzado una línea roja al no acceder a la propuesta de Trump de usar su cargo de presidente del Senado (posición que corresponde a todos los que ocupan la vicepresidencia en Estados Unidos) para intentar revertir los resultados de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, que Trump ha tachado de fraudulentas sin aportar pruebas.
Pence ha pasado los últimos cuatro años haciendo malabares para interpretar las propuestas heterodoxas del actual mandatario de una forma tal que encajaran dentro de los cauces legales e institucionales de la política tradicional, al mismo tiempo que evitaba arrojar cualquier tipo de cuestionamiento sobre Trump o sus ideas.
Sin embargo, la petición de intentar revertir los resultados de las elecciones presidenciales era algo estaba más allá de cualquier acto de equilibrismo y, al parecer, ha terminado por abrir una brecha entre el mandatario y su vicepresidente.
Paradójicamente, sin embargo, lo ocurrido el miércoles en el Capitolio ha colocado a Pence en una situación difícil y, al mismo tiempo, lo ha convertido en una figura central para la resolución de la actual crisis política en Estados Unidos.
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