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Los restaurantes de NYC claman por un plan de apertura interior al estado y la ciudad

People eat brunch outside of a restaurant in the West Village on August 16, 2020 in New York. – Five months after New York City shut down to combat the coronavirus, the tourism industry remains flat. Business leaders and City officials are trying to devise plans to revive the tourism industry that has in years past brought in $45 billion annually and supported 300,000 jobs. (Photo by Bryan R. Smith / AFP) (Photo by BRYAN R. SMITH/AFP via Getty Images)

Por: Ana B. Nieto 20 de Agosto 2020

Los dueños de restaurantes quieren que el gobernador Andrew Cuomo y el alcalde Bill de Blasio les digan cuál es el plan para la apertura al 50% del servicio en el interior de los locales. Seis semanas después de que se cancelaran los planes para hacer realidad esta fase de reapertura una vez rebajada las curvas de la pandemia, no hay fecha ni plan oficial para recuperarla.

Ante la falta de este plan y el hecho de que todos los demás condados del estado, salvo los cinco de la ciudad, tienen permiso para abrir sus locales al 50%, la organización que agrupa a los restaurantes, NYC Hospitality Alliance no descarta la presentación de una demanda contra las autoridades.

“Queremos cooperar”, explicaba ayer el director ejecutivo de la Alianza, Andrew Rigie, para mostrar que se está abierto al diálogo constructivo. No obstante también destacó que muchos de los miembros, pequeños negocios de restaurantes, quieren abrir acciones legales porque ven que otro colectivo, como los gimnasios, han sido atendidos con ello. Apenas días después de que los dueños de gimnasios interpusieran una demanda Cuomo dio fecha para que estos centros deportivos abrieran (con condiciones e inspecciones) a partir del 24 de agosto.

Robert Bookman, abogado de NYC Hospitality Alliance, recordó que esta organización nunca ha usado esta táctica que ahora está encima de la mesa.

Rigie dijo que no entendían cómo las autoridades ni siquiera tienen hecho público el plan cuando se cumplen todas las condiciones para abrir otros negocios, incluidos museos, gimnasios, boleras o escuelas. Es más, se refirió al hecho de que se puede comer en el interior de un restaurante en Westchester pero apenas millas más abajo, en El Bronx, está actividad está prohibida.

Rigie recordó que los negocios de comidas de la ciudad forman parte intrínseca de la personalidad de Nueva York y son un sector básico para el empleo y la recaudación fiscal. El director de la Alianza rechazó que solo se pudiera abrir cuando hubiese una vacuna, como se comentó que dijo Bill de Blasio.

Ser los únicos en todo el estado con la apertura interior limitada prohibida es algo que tiene desmoralizados a muchos dueños de negocios de comidas y bebidas que no saben cómo planificar sus finanzas y su actividad. Rigie explicaba que no se sabe cuántos restaurantes han cerrado por el COVID-19 pero se calcula que se han perdido 200,000 empleos desde marzo en el sector. Casi el 60% de esta industria está sin empleo en el estado.

“No se puede abrir simplemente encendiendo las luces, se necesita planificar”, explicaba Rigie. En este sentido, Georges Constantinou, dueño de Bogota Latin Bistro, Miti Miti y Medusa, en Brooklyn, explicaba que es difícil “planificar cuando no hay plan”. El dueño de estos locales fue uno de los que en conferencia de prensa junto con Alianza explicaba que si no se tienen fechas ni líneas generales de apertura se van a perder más negocios en la ciudad.

Constantinou dice que ya ha tenido que despedir a buena parte de sus 130 empleados. “Es devastador”, explicaba. “La apertura en las calles ha sido una muy buena ayuda y hemos recuperado empleo pero no es una solución”. El dueño del Bogota Latin Bistro explicaba que sigue pagando la renta, pero se le acumulan pagos difíciles. “La seguridad es importante pero también lo es en Long Island y allí están abiertos, queremos lo mismo”. 

En este sentido explicó que el nivel de uso de mascarillas es más elevado en NYC que en el resto de Long Island. “La cultura de la mascarilla es muy fuerte en la ciudad”, dijo.

A la hora de justificar la apertura de gimnasios y no de restaurantes, Melissa DeRossa, secretaria de la gobernación, explicaba el lunes que es difícil mantener la mascarilla puesta cuando se va a comer o beber y los clientes bajan la guardia.

Sin hacer referencia a este comentario, Blair Papagni se refirió a la seguridad con la que operan los restaurantes. Papagni, dueña de Anella, en Brooklyn, explicó que nunca pondría a su personal en peligro. Ella misma está trabajando en algunos turnos y abre cuatro días por semana. “Si no fuera un lugar seguro no volvería a casa donde están mis hijos”, explicaba en la teleconferencia de Zoom desde su cocina.

Papagni dice que no quiere que llegue noviembre y tener que decir a sus empleados que no pueden seguir. Ella ya ha cerrado un pequeño dinner que describió como una segunda casa. “Era imposible mantenerlo”, lamentó.

El Casa de Chef en Queens de Alfonso Zhicay es pequeño, 28 asientos, y dice que el servicio fuera del local no le permite hacer mucho. “Es difícil predecir o saber si vamos a sobrevivir esto”, decía este inmigrante que se unió a otros dueños de restaurantes para expresar su frustración y enfado.

Massimo Felici, dueño de Vinum, en Staten Island dijo que la temporada alta de abril a julio ya estaba prácticamente perdida y explicaba que con la llegada del frío solo les queda esperar poder servir dentro de los restaurantes en la que es uno de los periodos más fuertes para este sector, el de octubre, noviembre y diciembre. “Son los meses que nos dan el impulso para los primeros del año que son muy bajos”. “El modelo de servir en la calle no será sostenible en el invierno”.

Ayudas urgentes

Incluso con una apertura al 50% va a ser difícil recuperar los ingresos, mantenerlos y hacer frente a los costos en un sector con bajos márgenes. Andrew Rigie dijo que en cualquier caso se van a necesitar ayudas del Gobierno que compensen realidades como la desaparición del turismo.

Se está abogando por un Restaurant Act, que provea inyecciones de capital a través de subvenciones valoradas en $120,000 millones o la renovación del PPP. “Somos un ecosistema”, explicaba Rigie, “del sector dependen los granjeros y los viñedos”. En este sentido y pese a las dificultades para pagar la renta, los empresarios dijeron simpatizar con las dificultades de caseros con hipotecas y abogaron porque las ayudas les lleguen también a ellos.

FUENTE: EL DIARIO

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